A esto lo llaman en la prensa amarillista “crimen pasional”, pero este término, además de incorrecto, es muy peligroso porque minimiza la gravedad del daño e incluso busca justificarlo. Pero también hemos visto cómo esta tendencia también se está empleando cuando las víctimas son personas LGBTIQ+.
Incluso, la narrativa del mal llamado “crimen pasional” también ha sido instrumentalizada por políticos y entes gubernamentales cuando quieren justificar la violencia, tal como sucedió con el ataque a mano armada del activista LGBTIQ+ venezolano y solicitante de refugio Yendri Velásquez, ocurrido el pasado 13 de octubre al norte de Bogotá. En el hecho también fue herido el asesor político colombo-venezolano Luis Peche. Al respecto, Diosdado Cabello, ministro de Relaciones Interiores del régimen de Nicolás Maduro, intentó desvirtuar la gravedad de este acto de violencia, al aseverar que fue por razones “pasionales” en su programa televisivo. Lejos de preocuparse por las personas LGBTIQ+ venezolanas dentro y fuera del país, el gobierno de Nicolás Maduro y sus aliados ha mantenido una política antiderechos en contra de las personas de la diversidad sexual, y un ejemplo elocuente de esto fueron estas declaraciones de Diosdado Cabello quien, amparándose en un supuesto “informante”, pretendió desviar la atención sobre el ataque contra Velásquez.
Pretender relacionar un ataque armado en contra de dos ciudadanos, uno de ellos solicitante de refugio en Colombia, por supuestos “motivos pasionales” es un intento de ocultar o restar gravedad a un crimen.
Por qué no se debe vincular la “pasión” con la violencia
El “crimen pasional” no es correcto, ya que nadie “mata por amor”. Por esta razón, se le ha pedido a las legislaciones nacionales y regionales que se deje de usar este término porque invisibiliza la violencia y refuerza patrones y conductas criminales.
En cuanto a las personas de la diversidad sexual, un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos describe los mecanismos que suelen emplearse en la sociedad cuando intenta justificar, relativizar o minimizar el asesinato de una persona LGBTIQ+ por el hecho de ser miembro de esta población, independientemente de las motivaciones. Esta tendencia, tan arraigada en la estructura social, puede permear en el sistema judicial, desestimar los móviles de las violencia, ocasionando que los casos no avancen en las investigaciones. Por esto, es fundamental revisar los niveles de impunidad en los casos de violencias contra personas LGBTIQ+ y tomar las medidas correctivas en el marco de las leyes.
Uno de los casos más recientes de impunidad y estigmatización en contra de una persona LGBTIQ+ es el crimen del magistrade mexicane Ociel Baena, sobre el cual la Fiscalía alegó que fue por motivos “pasionales” (a pesar de las denuncias previas que hizo Baena por amenazas) y los medios de comunicación no perdieron tiempo en tildarlo de “crimen pasional” y hasta especular las posibles motivaciones. Sobre este caso, se tejió un entramado mediático para dañar la imagen del magistrade y ridiculizar a las personas con identidades y expresiones de género diversas. Aunque las investigaciones sobre este asesinato fueron concluidas, sus familiares y activistas LGBTIQ+ de México han exigido reabrir el caso y ser investigado bajo enfoque de diversidad sexual y de género..
Alertamos que el término “crimen pasional” está siendo empleado como una herramienta de guerra cultural contra las personas LGBTIQ+. El concepto de “crimen pasional” es tan falso como las llamadas “ideología de género” y “terapias de conversión”, ya que restan gravedad al homicidio y trasladan responsabilidad a la víctima. En todo caso, un acto de violencia en contra de una persona LGBTIQ+ debe ser abordado con enfoque diferencial y perspectiva de género.
Los medios de comunicación, usuarios redes sociales, periodistas y demás creadores de contenidos deben parar la falsa narrativa del mal llamado “crimen pasional”, de esto dependen en gran medida que se deje de relativizar los hechos de violencia contra personas LGBTIQ+. Exigimos que se detengan estos discursos que son el reflejo de una estructura social machista, paternalista y heteronormativa que solo buscan esparcir el odio. Un hecho de violencia en contra de una persona LGBTIQ+ debe ser a partir de la premisa de la violencia por prejuicio y ser abordado con enfoque diferencial, reparación de daños y acompañamiento psicosocial.
