BUENOS AIRES, Argentina. El deporte ha sido históricamente un espacio de exclusión para las personas LGBT. En particular de las personas trans. En los últimos años, organizaciones civiles han trabajado intensamente por la inclusión y el acceso a las actividades deportivas, tanto amateur como profesional. A pesar de los grandes avances a nivel internacional, en los últimos años se cuestiona la participación en competencias y torneos de deportistas con identidades disidentes.
En Argentina, las personas LGBT comenzaron a visibilizarse más, pero el acceso no fue fácil. En la última semana, hubo un importante paso: la Federación Argentina LGBT+ firmó su adhesión a la Confederación Argentina de Deportes, organismo que nuclea a olímpicos y no olímpicos. “Esta alianza marca el inicio de acciones conjuntas para ampliar derechos y accesibilidad, con especial foco en la participación de personas trans en el deporte competitivo”, anunciaron desde la Federación.
Antes y después en la vida deportiva
Maco Santucho es una persona travesti no binaria de 32 años, oriunda de la provincia de Tucumán (Argentina). Es multifacética: actriz, performer, conductora, estudia en la Universidad Nacional de Tucumán y juega al voley. Empezó a hacer deporte desde muy pequeña. Su familia la llevó a practicar distintas disciplinas, como tae kwon do, natación, hockey y básquet. A los 12 años descubrió el voley y quedó fascinada.
“El deporte me deja muchas enseñanzas y valores: el trabajo en equipo, aprender del otre, conocer más sobre mí cuerpo y adquirir herramientas para poder cuidarlo. Pero lo más importante es que me hizo conocer personas en todo el país, dándome la posibilidad de entablar lazos desde el amor y la contención, volviendo a muches parte de mí familia”, cuenta a Presentes.
Hubo idas y venidas: “Mi experiencia fue a veces dolorosa. Principalmente cuando entrenaba en clubes fue muy difícil y dolorosa. A veces, por la discriminación y el acoso que sufría a diario en la cancha, en los vestuarios y en los entrenamientos, por parte de algunos compañeros y los entrenadores. A veces por el público, que iba a ver los partidos y gritaba cosas hirientes desde la tribuna”, grafica.
“El acceso de la comunidad LGBT+ al deporte es muy difícil, en especial para personas trans. En la mayoría de los clubes o espacios deportivos como torneos tienen prácticas discriminatorias, misóginas y binarias, que excluyen nuestras vivencias y violentan nuestras identidades”, agrega.
A causa de eso, Maco en un momento dejó de entrenar en clubes y se alejó del deporte por un tiempo, hasta que descubrió que había equipos para personas de la diversidad y volvió a entrenar. “Son realmente importantes estos lugares seguros, creados por y para las disidencias, donde podemos aprender, hacer actividad física, compartir siendo nosotres mismes y sobre todo- poder crear vínculos desde el cariño y el respeto con otras personas que están en la misma situación. Eso nos cambió la vida a muchas personas, para bien”, asegura.
Espacios más amigables y seguros
A Emanuel Navarro nunca le interesó el fútbol. “Parecía ser lo único a lo que estábamos destinados los ‘varoncitos’”, dice. Tiene 28 años, es marica, nació en Victoria, Entre Ríos, y vive hace diez años en Rosario. Su primer acercamiento fue con el hockey, invitado por un grupo de profesores a un club cuando tenía 9 años.
“Resultó ser un equipo mixto, en el que jugábamos 3 o 4 ‘hombres’ (hoy todas maricas) y el resto mujeres cis. Obvio, no había ningún varón heterosexual porque era (¿es?) un deporte asociado a lo femenino. Voy a estar eternamente agradecida a esos profes que fueron a una escuela primaria pública a buscar a esta maricona y le brindaron un lugar de disfrute”, recuerda.
Disfrutó el hockey, los torneos, el equipo. Los problemas estaban afuera de la cancha. “La rutina para llegar al club consistía en salir de mi casa caminando con el palo colgado al hombro, meneando un poquito la cintura. Frecuentemente recibía miradas acusadoras en la calle, burlas e insultos, que no respondía por sentirme indefensa. En el predio, la cancha de hockey quedaba atrás de la de fútbol, para llegar tenía que atravesarla por un lateral. En ese trayecto las burlas continuaban”, recuerda.
De adolescente conoció el voley, la disciplina que fue su puerta de entrada a Yaguaretés, un grupo de deporte disidente de Rosario, donde es profesor.
“Es muy importante construir referentes y visibilizar nuestras vivencias. Mostrar que existimos y resistimos. Irrumpir en espacios que nos fueron negados y trabajar para modificarlos, volverlos más amigables y seguros. Cuando une llega a un lugar importante, le celebramos con fervor, pero no hay que dormirse en los laureles. Es necesario actuar como amplificador de un montón de voces que están ocultas, acalladas. Hay que pisar fuerte, molestar, problematizar”, expresa.
Conectar con el cuerpo y el Orgullo
Kei Castillo es nadador y fue campeón de 400 metros libres en el Mundial IGLA 2024. Considera que el deporte es parte fundamental de todas las personas. “Es pertenencia, superación, disciplina, compañerismo, continuidad de derechos pero en la comunidad LGBT. Tiene el plus de ser un espacio de conquista, de reivindicación y de recuperación de lo que nos fue arrebatado durante muchos años”
“Como persona trans puedo decir que además es conectar con el cuerpo desde otro punto. Ser motivo de orgullo deportivo, de educación, de representación nacional, barrial y motivo de festejo, cuando hace unos años era motivo de exclusión y miedo. En algunos casos sigue siendo, pero desde la Ley 26743 de Identidad de Género, el deporte y mi cuerpo son uno, en una lucha que además abre camino a otres”.
Kei también es el presidente de la Liga deportiva por y para personas travestis, trans y no binarias. “Muchas de esas dificultades parten de la poca experiencia y sabiduría sobre lo que podemos o no generar en los entornos deportivos, desde los más chicos a los más complejos (inscripción, vestuario, disciplina, competencia, etc). Frente a ese desconocimiento la sociedad presenta una barrera”
Y agrega, “nuestro trabajo como liga es justamente, generar la experiencia, ocupar los espacios, derribar los mitos, expandir la participación y ser entes de mediación entre estos espacios y las personas trans en el deporte. Hemos logrado muchos cambios, como todo al final, termina cayendo en dar luz sobre el prejuicio e ideas sobre lo que no está construido aún”.
Hacer deporte es un derecho humano
El acceso al deporte es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas y consagrado en Argentina por la Ley N° 20.655. Sin embargo, continúa siendo difícil para las personas LGBTIQ+, coinciden les entrevistades.
Un reporte de 2023 de un grupo de expertos de la Naciones Unidas (ONU) instó a “los organismos deportivos de élite a que consideren las implicaciones de sus decisiones no solo para los atletas y personas LGBT e intersexuales que practican deportes a todos los niveles”, sino también en su impacto “sobre las percepciones sociales generales y en el ideal del deporte inclusivo”.
Zorres: la comunidad del deporte no binario
En este contexto, surgen equipos y encuentros para que personas de la diversidad sexual puedan disfrutar del deporte, en espacios de respeto y libres de discriminación.
Uno de ellos es Zorres, en la Ciudad de Buenos Aires, es una comunidad de deporte no binario, no competitivo y con perspectiva disidente. Se trata de una asociación civil de gestión abierta y horizontal, cuya comisión directiva está conformada en su mayoría por personas travestis, trans y no binarias. Cuenta con 50 socies y unas 70 personas que entrenan semanalmente voley y/o básquet.
“Zorres nació con el objetivo de crear un espacio seguro para el colectivo LGBTTTIQ+, habilitando el regreso y (en muchos casos) el primer acercamiento al deporte de personas históricamente excluidas de poder vivirlo y disfrutarlo. Proponemos otras formas de habitar el deporte: celebramos tanto un punto convertido como un intento fallido y buscamos garantizar el acceso, la permanencia y el disfrute, sin reglas capacitistas ni excluyentes”, cuenta a Presentes Kiki Rodríguez, activista trava, marrona y no binaria, presidenta de la Asociación Civil Zorres. También es maestra de primaria y docente de secundario para jovenes y adultes en el Bachillerato Popular Travesti Trans y No binarie Mocha Celis.
Primera liga deportiva TTNB en América Latina
La Liga Deportiva TTNB nació junto con la llegada de Javier Milei al poder, tiene dos años de vida. “Somos la primera asociación de este tipo en Latinoamérica. Esa idea de meter diez pibis trans en una pileta destapó una olla de necesidades que se encontraban encerradas a presión”, cuenta Kei.
“Nos juntamos a hacer deportes porque las personas trans básicamente no tenemos espacio para hacer esto. Trabajamos en modificar legislaciones deportivas internacionales y nacionales para poder generar más inclusión. Pero esto que arrancó buscando poder hacer deportes en paz, hoy es una red de acompañamiento integral. Porque cuando uno hace deporte tiene que poder comer o dormir. Para competir tenés que estar en condiciones. Y básicamente nos encontramos haciendo asistencia alimentaria, asistencia con un tema de conseguir las hormonas o generando recurseros”, explica Kei.
Entre las acciones más destacadas estuvo el acompañamiento a trabajadorxs del Bonaparte donde generaron una especie de Tinder para linkear médiques con pacientes que quedaban sin atención.
Encuentro Nacional de equipos disidentes
Desde hace cinco años, Zorres impulsa un Encuentro Nacional en el que participan más de 300 deportistas de equipos deportivos disidentes de distintas partes del país.
“El Encuentro surge como una forma de festejar nuestro aniversario como grupalidad y compartirlo con quienes trabajan por un deporte no excluyente en todo el país. Lo celebramos a través del juego, proponiendo la misma lógica de deporte no competitivo que practicamos en Zorres. Además, el evento está atravesado por un espacio de reflexión sobre cómo el juego no competitivo y el deporte no binario pueden prevenir violencias”, comparte Kiki.
Este año es la 5ta. edición del encuentro. Serán más de 30 equipos los que se encontrarán el sábado 13 de septiembre en el Polideportivo Colegiales, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para compartir jornadas de básquet, fútbol y voley. El encuentro continúa el domingo 14 de septiembre en la Cueva Social Club, donde compartirán una comida y un bingo con premios.
“Nuestra propuesta es que, sin importar la edad, el género o la diversidad de cuerpos, todes puedan disfrutar en igualdad de condiciones. El objetivo es simple y potente: que cada persona pueda participar, tocar la pelota, tomar decisiones y disfrutar del juego sin ser etiquetade como ‘mejor’ o ‘peor’. Jugamos con las personas, no contra ellas. Por eso, mientras en otros espacios se habla de torneos, nosotres lo llamamos encuentro”, aclara.
Visibilizar, siempre
Además de estos espacios, visibilizar a las personas LGBTIQ+ en el deporte se vuelve algo crucial para derribar las barreras que encuentran en este ámbito. En julio de este año, el equipo de básquet de Boca se consagró bicampeón del torneo tras vencer 78 a 77 a Instituto. En el festejo, Sebastián Vega se subió a un aro con la bandera LGBT para festejar. «Es un mensaje de superación: cada uno puede ser como uno desea y lograr los objetivos”, dijo a los medios después de la celebración.
“Nuestra presencia en las canchas, en los clubes de barrio y en los espacios deportivos municipales es un acto político: nos mostramos como protagonistas, abrimos la posibilidad de acceso y permanencia a todes, y cumplimos un rol que el Estado todavía no garantiza, que es el derecho a ser quienes somos y disfrutar del deporte. También le abrimos camino a las infancias y adolescencias, para que conozcan que no existe una única forma de jugar y que sus existencias son tan válidas como las de cualquier otra persona”, asegura Rodríguez.
