Su caso ocurrió hace seis años y es considerado un precedente en la administración de justicia boliviana sobre el tratamiento que tienen los colectivos Trans, Lesbianas, Gay y Bisexuales (TLGB), porque fue la primera vez que se dispuso enviar a un varón a una cárcel de mujeres respetando su identidad sexual.
Las personas que la conocieron y ayudaron todavía recuerdan la tortura que sufrió por su condición de transexual dentro de un penal de varones.
A Luisa la obligaron a andar y trotar desnuda por “El Prado” del penal de San Antonio, la violaron y reventaron sus implantes en los glúteos, que luego le provocaron tumores por la silicona.
Las torturas, además, incluían meterla en un turril con agua fría con los ojos cerrados, dormir en el pasillo porque no tenía recursos para pagar los 1.000 dólares que le exigían por el denominado “derecho de vida”.
La activista por los derechos de las personas transexuales, Rayza Torriani, y la Red Nacional de Mujeres Travestis, Transexuales y Transgénero de Bolivia (Red Trebol), indignados por los abusos y vulneración de derechos, se movilizaron y lograron su traslado al penal de San Sebastián mujeres. En ese lugar se convirtió en una líder de las internas e incluso integró la directiva de las delegadas.
Un caso emblemático
Luisa ingresó al penal San Antonio con detención preventiva por su presunta complicidad en el atraco a la joyería Sánchez, en diciembre de 2010. La juez de Ejecución Penal de entonces, Yolanda Ramírez, dispuso su libertad después de tres años.
La exjuez comentó que el proceso de Luisa es “emblemático”, porque, a partir de esta experiencia, todos los transexuales en conflictos con la justicia fueron enviados a la cárcel de San Sebastián mujeres.
Luisa está libre pero se desconoce su paradero. Sin embargo, su historia es una especie de leyenda entre la comunidad TLGB de Cochabamba.
