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Las personas trans o no binarias tienen 16 veces más depresión que la población en general, según un informe
Es 16 veces más común que las personas trans o no binarias sufran depresión y 11 veces más común que padezcan ansiedad que la población en general, según el estudio Transaludes: salud en personas trans y/o no binarias en España, presentado este martes por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) en el Ministerio de Salud. El equipo de investigación revela que los problemas de salud mental se deben a la discriminación estructural y a la violencia que sufre este colectivo, así como a las barreras sociales y sanitarias para la transición.
Este estudio es el primero que se realiza en España sobre el estado de salud de las personas trans y no binarias. María José Belza, quien lideró la investigación, ha explicado que en España hay poca información para cuantificar el estado de salud y las dificultades de este colectivo, especialmente para atender los problemas sanitarios y crear políticas públicas.
El estudio Transaludes se realizó a partir de entrevistas a 1.823 personas trans y no binarias de las 17 comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas. El 35% de las personas participantes son hombres trans, el 23% mujeres trans y el 42% personas no binarias, con una edad media de alrededor de 26 años.
Uno de los grandes temas del estudio ha sido la salud mental, ya que está “altamente influenciada por la discriminación estructural”, ha indicado el equipo del ISCIII. “Hay una peor salud mental que en la población general”, han añadido. Así, cuando se les consultó a los participantes si algún médico les había diagnosticado alguna enfermedad o trastorno en los últimos 12 meses, las respuestas relacionadas con la salud mental quedaron muy por encima de otras enfermedades. El 47,5% respondió que habían sido diagnosticados de ansiedad, el 39,6% de depresión y el 29,4% de otros problemas de salud mental.
Los investigadores también han advertido sobre las altas cifras de autolesiones e ideas suicidas en el colectivo. En el grupo de los hombres trans, el 67% contestó que se había autolesionado alguna vez en la vida; en las mujeres trans, un 44,1%, y en las personas no binarias, un 67,4%.
En cuanto al suicidio, en los hombres trans, el 76,4% tuvo pensamientos suicidas y el 37,6% llevó a cabo un intento de suicidio; en las mujeres trans, el 68,1% sufrió pensamientos suicidas y el 36,7% lo intentó. En cuanto a las personas no binarias, 8 de cada 10 tuvo pensamientos suicidas y 4 de cada 10, intentos suicidas.
La discriminación estructural y las barreras para la transición son algunos de los factores que deterioran la salud mental e incrementan la idea suicida. Por ejemplo, el estudio menciona que la ideación suicida en los últimos 12 meses incrementa en un 25% si hay barreras para el cambio de nombre registral, en un 33% si hay barreras al cambio de sexo registral, 57% si hay barreras para la transición hormonal y 78% si hay barreras para la transición quirúrgica.
Los miembros de Transaludes han asegurado que estos datos son especialmente preocupantes en una la población tan joven (la media del estudio es de 26 años) y manifiestan la urgencia de que el sistema responda para atender la salud mental del colectivo.
Visibilización y acceso a servicios sanitarios
La mitad de los encuestados percibe que tiene un buen estado de salud (53,8%). Sin embargo, esta cifra es menor, en 30 puntos porcentuales, que la percepción de la población en general (85,3%) sobre su buen estado de salud. Por otro lado, 4 de cada 10 personas trans y no binarias creen que sus profesionales sanitarios no saben cómo atender al colectivo.
Esto tiene gran impacto en los procesos médicos de transición. Un porcentaje alto de las personas encuestadas aseguró que no lo lleva a cabo por miedo a la discriminación en las consultas, las barreras sanitarias y las listas de espera. Otras respuestas fueron: no tener información para hacerlo, desconfiar de las consultas médicas y la negativa del personal médico.
Jimena González, diputada de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, quien participó de la presentación, ha explicado que pocas cosas alejan más a la comunidad trans de los servicios médicos que ser llamada por otro nombre en la sala de espera, o que el médico no te pueda atender porque tu nombre del DNI no va con tu persona. “Desde el ámbito sanitario esto es fundamental”, advierte. Y, agrega que “el reconocimiento legal y administrativo mejora la salud mental en las personas”.
El informe indica que, dadas estas barreras, dos tercios de las personas que habían realizado alguna transición quirúrgica lo acabaron haciendo en la sanidad privada. Por ello los investigadores solicitan que los profesionales sanitarios ―especialmente médicos de familia y endocrinólogos― deben estar formados para atender a las personas trans y no binarias, para mejorar la atención y el seguimiento de los procesos de transición hormonal.
Sobre el cambio de sexo registral, la encuesta indica que el 64,9% de hombres trans lo había hecho, el 68,1% mujeres trans y el 12,7% personas no binarias. Sobre la transición hormonal, el 71,8%, 77% y 23% estaban en proceso, respectivamente.
Violencia hacia el colectivo
El estudio menciona que solo 1 de cada 10 personas trans o no binarias se ha visibilizado totalmente en todas las esferas de su vida. Y lo que más les frena para hacerlo son las barreras sociales y el miedo a la discriminación. De los participantes, el 87,4% respondió que había sufrido algún tipo de violencia tránsfoba o discriminación por su identidad de género y casi la mitad, agresiones físicas. Esto genera secuelas a lo largo de la vida en la salud mental y bienestar físico de las personas: 8 de cada 10 las presentan.
Fuera de las relaciones de pareja, el 70% denunció haber tenido algún tipo de violencia sexual; 3 de cada 4, la sufrieron por parte de alguna pareja. El equipo de investigación ha asegurado que estos datos son superiores a los de las personas que finalmente denuncian y esto demuestra la “necesidad de desarrollar programas de prevención, detección y protección en todos los ámbitos”.
Los investigadores también contaron que, durante el proceso de hacer las encuestas, sufrieron episodios de violencia. Hubo intentos de boicot por parte de colectivos tránsfobos, quienes enviaron mensajes con insultos y tratos degradantes, e intentaron dañar la muestra con mensajes falsos y suplantación de identidad de personas trans.