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Trabajo sexual de hombres para hombres: una actividad rentable que crece en Perú, que tiene una alta carga de prejuicios


2023-10-16
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“En el trabajo sexual soy otro”, dice Antony Misset, creador de contenido pornográfico para el público gay. Cuando empieza la grabación, asume un personaje de rol pasivo, que es resistente, atrevido y morboso. Tiene 29 años, y el nombre mencionado es su seudónimo artístico. De esta manera separa su vida íntima del trabajo, sobre todo para proteger su identidad en una sociedad, que si bien consume pornografía en las sombras, estigmatiza y discrimina a los trabajadores sexuales a diario.

Hace tres años que Antony entró al mundo de la venta de sexo por internet, oficio que le ha dado rentabilidad económica necesaria para vivir cómodo.

Él inició publicando videos sexuales cortos en Twitter, la única red social que permite difundir contenido para adultos sin censura. Rápidamente, fue teniendo mucha acogida: likes, retuits y seguidores. Pero aún no mostraba el rostro. “A través del proceso de edición, difuminaba mis ojos”, pues revelar su identidad no era una decisión rápida ni sencilla de tomar.

Decidió exponer su cara cuando en su cuenta registraba 2 mil seguidores, además, ya tenía clientes que le escribían por mensajes privados para comprar su contenido. Los consumidores le pedían los videos completos de sus grabaciones porque les gustaba verlo haciendo sexo oral. Antony realizaba el cobro por adelantado por medio de una cuenta de pago en línea y luego enviaba un link de descarga con el contenido requerido. Así supo que este trabajo sería rentable, llegando a ganar sus primeros dólares.

“La gente monetiza más mostrando su cara”, señala Ian Tevo, artista visual y fundador de Canino Latino, productora de pornografía gay. La cantidad de creadores peruanos de contenido homosexual que deciden dar a conocer con rostro ha incrementado, eso no lo ibas a encontrar antes de pandemia, comenta Ian, quien hace 10 años explora a través de la fotografía en el rubro del trabajo sexual masculino.

El creador de Canino Latino considera que la preocupación por revelar tu identidad pasa a un segundo plano cuando te das cuenta de que este empleo te brinda independencia económica. Pero que para lograrlo requiere disciplina, demanda cierta cantidad de horas al día, saber identificar a tu cliente y tener claro hacia dónde apuntas. Durante sus años de trabajo con colegas, que son modelos y actores pornográficos, los ha visto crecer en el rubro e irse del país, a Europa u otros países de América, donde hay menos estigma y más casas productoras, que te respaldan y te dan visibilidad para crecer en el mercado del sexo, accediendo a mejores ganancias.

Este también puede ser terreno peligroso, si es que antes no lo has conversado con tu entorno cercano, familiares y amigos. Antony recuerda que personas desconocidas enviaron capturas de su contenido sexual a su madre y su hermano. Además, comenzó a recibir mensajes racistas y amenazadores. Es importante tener una red de apoyo porque la sociedad peruana te margina. “Te marca y te ataca con sus comentarios”, dice. Actualmente, ya no le impacta como antes y lo maneja de forma más tranquila. Ha aprendido a resistir e ignorar toda clase comentarios violentos.

Violencia, morbo y riesgos en la salud

“El motor de lo pornográfico es la violencia. El solo hecho de comprar contenido es violento. Cuando he estado haciendo mi tesis sobre la delgada línea entre lo porno y lo erótico, esa ha sido una de mis conclusiones. El deseo es violento”, manifiesta Ian.

Para él, la narrativa que vende más entre sus consumidores, que son mitad peruanos y mitad público estadounidense, son los tríos sexuales, cuando los actores son versátiles, alternan entre el rol pasivo y activo, y lo “interracial”. También suele alcanzar altas estadísticas de visualizaciones en sus trasmisiones en vivo. “A la gente le gusta ver cómo alguien los graba, el backstage. Yo aparezco como el productor hetero y esa también es mi forma de vender contenido”, agrega.

También se vende el contenido más explícito. Todo lo prohibido atrae más, sin duda, reafirma David Macedo, creador de contenido para público gay en OnlyFans. También lo conocen como David El Gato. Tiene 36 de edad y es de la ciudad de Valencia, Venezuela. Hace seis años que llegó a Lima. “Yo nunca me planteé vender sexo”, expresa.

Este es un trabajo que impacta en tu vida. “Por un tema de seguridad personal, si quieres ejercer una profesión luego, en el tema familiar, social (por los prejuicios) o contagiarte de una enfermedad de trasmisión sexual (ETS). Siempre está el riesgo”, admite.

Existen medicamentos que reducen la probabilidad de contraer el VIH, como la PrEP (profilaxis preexposición), que el Ministerio de Salud debe ofrecer gratuitamente. Además, ahora hay mayor información sobre salud sexual y apoyo de organizaciones. Pero el peligro está ahí cuando grabas sin protección. Puedes quedar expuesto al VPH (virus del papiloma humano), la sífilis y otras ETS. Pero el dinero es el mayor incentivo que alguien puede tener para realizar un oficio de tan alto riesgo, asegura David.

Independencia económica

Si a David le ofrecieran un trabajo en el que le remuneren similar a lo que genera en OnlyFans o siquiera un 70% de sus ingresos actuales, lo tomaría. Difícilmente siendo empleado directo con un sueldo básico lograría cubrir sus gastos personales y apoyar a su familia que reside en Venezuela.

OnlyFans es una plataforma con gran flujo de personas y ganancias exponenciales. Y David ha sabido sacarle provecho. Trabaja a tiempo completo en crear y promocionar contenido sexual de buena calidad visualmente. “Exprimo a mil (el material) para venderlo, que sea atractivo al consumidor”. El dinero que genera este negocio sexual le ha permitido vivir tranquilo, en cierta forma. “Vivo en una buena zona, es alquilado, pero es cómoda. Tengo para cubrir mi alimentación y gastos personales. Me permite ahorrar”.

Para esto también tiene una vida rígida. Se limita de encuentros sexuales fuera de las grabaciones para guardar la libido. También debe mantenerse ejercitado para evitar que el desgaste físico sea mayor. Para David esto no es para siempre. No es un trabajo común. Va a llegar un momento en que vas a tener que dejar de hacerlo, porque tiene fecha de caducidad. Hay un impacto muy fuerte en la salud mental.

Este empleo le ha generado muchísima ansiedad y ha acentuado los síntomas de un diagnóstico psiquiátrico que tiene. Ahora David, está en busca de su verdadera tranquilidad y estabilidad emocional

Comunidad y trabajo colaborativo

A pesar de que no existe un colectivo de trabajadores sexuales masculinos en Perú, sí hay una comunidad formada, donde se apoyan para realizar colaboraciones y promocionarse entre ellos. Antony cuenta que cuando inició en la creación de contenido sexual, se unió a grupos que realizan “Shout for shoutout”, es decir, mención por mención.

Esta es una forma en la que los creadores de contenido empiezan a crecer y hacerse conocidos ante posibles consumidores. Consiste en hacer un intercambio de fotos y clips de videos para que la otra persona lo publique en su cuenta de Twitter o Telegram. Es una opción que le ha permitido abrirse al público internacional, en México, Brasil y países de Europa.

Con esta red de apoyo, los trabajadores sexuales crecen en reconocimiento y dinero. Pues quienes se dedican al rubro del sexo, sean hombres, mujeres o trans, no entran en ninguna estadística, situación que impide la implementación de políticas públicas efectivas en beneficio de su trabajo, señala un informe de la Red de Trabajadoras Sexuales del Perú (RedTraxSex)

Las mujeres trabajadoras sexuales indican que en este rubro se trabaja igual o mayor cantidad de horas que cualquier otro trabajador o trabajadora del país. “La falta de reconocimiento del trabajo propicia directamente la violación de nuestros derechos en todos los órdenes, y la clandestinidad a la que nos arrojan con esa omisión”.