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Gorka Tejada: «Erik es un chico normal, solo que tiene vulva»
Hace cinco años, cuando Erik cumplió 7 años, se plantó delante de sus padres y les dijo que «él era un chico; que cuándo le iba a salir el pitito», recuerda su padre, Gorka Tejada. Este donostiarra es padre de un joven 'trans' de 12 años al que bautizaron como Noa al nacer. «Sí que desde pequeño teníamos la idea de que era una niña un poco chicote pero no le dimos ninguna importancia porque jugaba al fútbol, pero también hacía gimnasia rítmica y sí que le gustaba vestir más con pantalones, pero a veces también se ponía falda o vestidos», explica Tejada, que en todo momento respetó que su hijo quisiera expresarse «como él lo sintiera», aunque admite que «fue un poco durillo al principio porque te pilla de sopetón.
Nosotros nunca habíamos oído hablar de la transexualidad infantil, no conocíamos nada sobre el tema y te asustas, empiezas a hacerte preguntas, qué será de su futuro...».
Los miedos comenzaron a alejarse cuando entraron en contacto con la asociación Naizen –atiende a cerca de 250 familias en Euskadi y Navarra–, donde conocieron la realidad de otros tantos padres con sus mismas dudas y preocupaciones. «Lo primero fue enterarnos del tema y después comenzamos el tránsito y el papeleo». Aunque, según aclara, «en realidad el tránsito lo hacen las personas de su alrededor, que significa tratarle como el chico que es y referirse a él en masculino, no en femenino». En este sentido, Tejada comenta que «cuesta que la gente se acostumbre, pero si se trata todo desde que son pequeños, es más fácil y ellos son felices».
En ese momento, Erik se cortó el pelo y su familia dejó de llamarle Noa. «Se cambió el nombre en el DNI y también le concedieron el cambio de sexo cuando lo permitieron. También le sacamos una tarjeta en el Gobierno Vasco donde figura el nombre que tú has escogido», apunta este hombre, que celebra cada paso conseguido, como la proposición de reforma de la ley presentada ayer en el Parlamento Vasco y que ayudará a superar estereotipos y discriminaciones que aún sufren las personas transexuales o transgénero. En el caso de Erik, su padre cuenta que «en nuestro entorno y en el colegio todo el mundo se lo tomó con mucha naturalidad y nuestro hijo no tuvo ningún problema en ese sentido y siguió jugando con sus amigos», afirma Tejada, que defiende que «Erik es un chico normal, sólo que tiene vulva, como hay niños con ojos de otro color».
El texto presentado ayer en el Parlamento «es una buena noticia, estamos contentos», expresa este hombre, acostumbrado a viajar a Cruces con su hijo para las revisiones que le corresponden cada seis meses. «Toma bloqueadores desde hace dos años y tiene que ir a que le saquen sangre para ver cómo va, pero es bastante engorro ir a Bilbao, porque ya supone que el niño tenga que perder clase y nosotros, un día de trabajo».
Con la creación del nuevo servicio de atención a la transexualidad en los centros de salud, más allá de la existencia de una unidad específica, el seguimiento a las personas 'trans' será «más cercano».
Este joven donostiarra aún no ha hablado con sus padres de una posible operación de reasignación de sexo, aunque no es algo que le preocupe de momento. «Él así es feliz ahora», añade.
