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“Profesora, para mí siempre será hombre”; la vida de una maestra transgénero latinoamericana


2017-08-17
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Alexya entra al salón de clases e inicia la sesión, los niños y niñas, como a cualquier maestro, la obedecen, le ponen atención y aprenden de las lecciones que la profesora les da. Pese a que es muy reconocida en la institución por ser estricta, se ha convertido en una de las favoritas de los estudiantes, quienes la aprecian por su habilidad para enseñar y por ser la primera maestra transgénero, e incluso la primera persona trans, que conocen.

“Además de portugués, inglés y la forma correcta de escribir, enseño lo que es la diversidad”, señala Alexya Salvador, una mujer trans de 36 años que trabaja en una escuela en municipio de Mairipora, en el estado de Sao Paulo.

La decisión de esta maestra de asumir su identidad de género de forma pública y de transicionar se dio a mediados de 2012 cuando se dio cuenta que no podía continuar siendo alguien que realmente no era. En ese entonces se tomó un periodo de descanso para asumir socialmente el género con el que se identifica, tras este breve descanso volvió a la escuela y pidió a todos que la nombraran en femenino y que se dirigieran a ella a través de su nuevo y verdadero nombre: Alexya.

La mayoría de los niños tomó la noticia con naturalidad y con el paso del tiempo comprendieron qué era lo que había sucedido con su antiguo profesor. No obstante, no todos los estudiantes respetaron ni comprendieron por lo que Alexya estaba pasando.

“Profesora, para mí siempre será un hombre”, le dijo un joven, quien el nuevo aspecto de su profesora no le gustaba. Por lo que Alexya lo enfrentó, no de forma violenta sino a través del dialogo.

“Vi que él estaba nervioso y le dije: Habla, vivimos en una democracia, te escucho. No le impuse nada. Solo lo invité a la reflexión y le dije:Si aun después de todo lo que te he mostrado ves a un hombre vestido de mujer y respetas a ese hombre vestido de mujer, está muy bien. Eres libre de estar de acuerdo o no, pero debes respetar”, narra la profesora.

Luego de esta experiencia, Alexya decidió que su responsabilidad también era educar a los niños en materia de diversidad, abrir sus mentes y sus mundos para que dejen de lado los prejuicios y comprendan que el mundo no es como siempre nos lo han retratado.

Los problemas y la resistencia está a la orden del día, con anterioridad un director se reusaba a llamarla por su nombre femenino, algunos empleados de la escuela la ignoraban y los padres de familia la acusaban de convertir a sus hijos en homosexuales.

“Los adultos son los más complicados”, dice sobre los obstáculos para lograr que los demás respeten su identidad de género. Los menores son siempre los más abiertos al diálogo, cuenta, pues en su clase siempre se abordan temas que desmantelan los estereotipos en torno a lo que significa ser mujer u hombre.

Su sinceridad y su empeño en abordar temas relacionados con el género ha ocasionado que los niños la miren como una especie de confidente con la que pueden abordar sus problemáticas personales. En una ocasión un joven le pidió ayuda, él era homosexual, su familia muy religiosa y tenía miedo de ser rechazado.

“Mientras él lloraba, lo único que podía decirle era que no era una aberración, sino un niño hermoso y sano. No quería darle un consejo para que mañana dijera: ‘Hice lo que me dijo y ahora estoy en la calle, mi padre me golpeó’. Le dije que iba a llegar el momento adecuado. Le aconsejé que estudiara mucho para un día ser independiente y vivir su vida”.

Historias como esa vive todo el tiempo, las y los niños le agradecen que haya cambiado sus vidas, como es el caso de Larissa Oliveira, una menor de 12 años de edad que padecía acoso escolar porque le gusta jugar futbol.

Sus compañeros la llamaban lesbiana y la molestaban, pero pronto dejaron de hacer gracias a que la maestra les explicó que las prácticas sociales no tienen nada que ver con la sexualidad y que todos pueden hacer las actividades que más les gusten sin importar si son hombres o mujeres.

Alexya no sólo está haciendo historia por ser la primera profesora transgénero de Brasil, sino también porque está a punto de convertirse en la primera reverenda trans dela  Iglesia de la Comunidad Metropolitana, un recinto religioso que acepta a las personas LGBT. En él es la encargada de dar sermones en los que el amor y la aceptación de Dios siempre están presentes.

Además, es la primera mujer trans en adoptar menores de edad en el país, ya que después de casarse con actual esposo adoptó a los 3 hijos de éste y juntos conformar una gran familia. Una de sus hijas es transgénero, otro homosexual y el tercero cisgénero heterosexual. Pese a los prejuicios y la discriminación, esta familia se ama y sus integrantes gustan de estar juntos.

Mientras algunos de sus colegas y padres de familia buscan callarla, sus alumnos piden que hable más y le agradecen sus puntos de vista y la forma en la que ha transformado sus vidas. Ella asegura que se mantendrá de pie en contra de todos los obstáculos que le impidan profesar la igualdad y el respeto a la diversidad.

Con información de BBC Brasil.