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“La cultura LGBT se ha convertido en celebración de la victimización”; académica
Cynthia Belmort, una profesora e investigadora especialista en feminismo y teoría queer que da clases en la Universidad Northland College, publicó recientemente una texto en la que hace una crítica en contra de las posturas dominantes actuales dentro del movimiento a favor de los derechos de las personas de la diversidad sexual. Se trata de lo que la investigadora ha calificado como la celebración de la victimización y el desplazamiento del sentido del humor por lo políticamente correcto.
Las hipótesis de la investigadora parte de un conjunto de experiencias personales, principalmente los comentarios de un grupo de estudiantes que se mostraron extrañados ante la forma de hablar de una drag queen durante una conferencia ofrecida en las instalaciones de la universidad. De acuerdo con los estudiantes, los comentarios de la drag queen fueron “insensibles”.
“Argumento que es un privilegio de las drag queens ridiculizar, insultar y generalmente opacar a todos en nombre del sentido del humor. Este privilegio constituye un momento de poder público para un grupo marginado. Insisto en que hay empoderamiento en el humor. Pero los estudiantes no aceptan esta explicación, pues no pueden imaginarse cómo los insultos pueden ser aceptables en lo que se supone debería ser una comunidad”, comenta la profesora.
El otro caso se trata de las declaraciones de un estudiante que se identifica como género fluido y que expresó su profunda molestia después de que un profesor de sociología se refiriera a las mujeres transgénero que participaron en los enfrentamientos de Stonewall como drag queens. La académica muestra su admiración, pues señala que ella no considera que drag queen sea un ofensa.
“Al parecer, en la búsqueda de los derechos y de la respetabilidad, hemos cambiado de alguna manera como una cultura, pasamos de la celebración de Eros a la celebración de la victimización, para así alojar cómodamente un estado consternado. Parece que ahora tenemos que ser y sentirnos víctimas. incluso para merecer derechos. Esto me preocupa”, señala la académica.
La escritora menciona que durante los años 80 y 90 la cultura de la diversidad sexual era atractiva porque estaba fuera del orden, tenía preocupaciones estéticas, glamour y a pesar de que se encontraba fuertemente dominada por los hombres blancos, siempre existían lugares de encuentro para otros grupos marginados como las lesbianas y las mujeres trans.
Belmort señaló que en esa época la supervivencia y el rechazo a la normas eran una prioridad, pues representó el auge de las principales organizaciones a favor de los derechos de las personas de la diversidad sexual. Se trataba de un momento de la historia para el movimiento LGBT donde el sentido del humor, la ironía y la sátira funcionaban como una estrategia para lidiar con una realidad abrumadora que los asfixiaba, como una herramienta para mostrar su rechazo a un sistema social que los reprimía.
“¿Hemos perdido la cultura queer?” Se pregunta la académica y responde: hoy: “La cultura queer hoy es guerras matrimoniales, guerras de custodia, guerras sobre el uso de los baños y asimilación”.
