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Fui enviado a un psiquiátrico para que “curaran” mi homosexualidad


2017-08-03
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Desastre.mx

Peter Price es un hombre gay que se desempeña como cómico y presentador de radio y televisión, además posee una gran popularidad en Reino Unido, donde en una cadena de televisión local conduce un programa de entrevistas en el que recibe a personalidades nacionales e internacionales. Antes de ser tan famoso, exitoso y reconocer su orientación sexual de manera pública, Price padeció la homofobia característica de la segunda mitad de siglo XX y el rechazo familiar debido al poco conocimiento que existía sobre la homosexualidad. Recientemente, el hombre se sinceró sobre la violencia que padeció en un ambiente social y familiar poco tolerante.

“Crecer en los años 60 siendo gay fue muy difícil. Tocar a otro hombre, abrazarlo, sentir, tener emociones, todo eso podía llevarte a la cárcel. En esa época era muy peligroso porque había ataques a los homosexuales. Los chantajeaban y algunos acabaron suicidándose. Fue un época muy triste”, narró el presentador.

Durante su adolescencia, vivió su sexualidad de forma clandestina, hasta que un día su madre descubrió su homosexualidad. Ese fue un momento muy complicado en su historia porque el contexto cultural de la época generó que su madre recibiera la noticia como algo funesto. Su salida del clóset fue el inició de una época marcada por el sufrimiento.

“Yo tenía 18 años, casi 19, cuando mi madre se enteró de que era homosexual. Se lo tomó mal y después lo consultó con médicos y éstos nos dijeron que había “una cura”. Mi madre me preguntó si estaría dispuesto a someterme a ella y yo le dije que sí, que por ella lo haría”.

Llegó el día y su familia lo ingresó en un hospital psiquiátrico que ellos llamaban “bote para chiflados”, en su interior el ambiente era como el de una prisión, abundaban los barrotes y una gran frialdad. Los médicos lo sometieron a una “terapia de aversión”, la cual se supuestamente haría que experimentara una antipatía a la homosexualidad.

“El psiquiatra tenía una grabadora antigua y empezó a describir actos sexuales que la gente homosexual práctica usando un lenguaje muy explícito, muy gráfico, para hacer que me sintiera repugnante. Después me metieron en una habitación”.

Un enfermero le preguntó cuál era su bebida favorita y luego lo anotó. Lo llevaron a una habitación donde se encontraba un conjunto de libros con imágenes de hombres en trajes de baño. Una vez instalado el enfermero reprodujo la cinta que el médico había grabado, lo hicieron mirar las revistas eróticas y a beber la cerveza que había indicado que era su bebida favorita.

“A la media hora me inyectó algo que me hizo ponerme tremendamente enfermo. Pedí si me dejaban ir al baño y me dijeron que no, que bebía usar la cama. Entonces empecé a vomitar violentamente y a defecar en la cama, y allí estuve acostado sobre mi propio vómito, sobre mis propias heces, sintiéndome muy enfermo”.

Continuó su estancia en el hospital varios días más hasta que no pudo soportar el sufrimiento psicológico, la suciedad y el hedor constante en el que vivía. Como el ingreso a la clínica era “voluntario”, solicitó abandonar el tratamiento de aversión y exigió poder contactar a un amigo para que fuera a recogerlo.

Así, aquello que inició como un acto de amor por su familia, se convirtió en un suceso clave para aceptarse a sí mismo y rechazar cualquier intento de modificar quien era. Incluso este hecho traumático representó una determinante para elegir su carrera como cómico, ya que fue una forma en la que canalizaba sus sentimientos.

“Me fui a dar un baño y debí de pasarme unas ocho horas tratando de sacarme la porquería de la piel. Después del tratamiento decidí que era suficiente. Aprendí sobre mí mismo. Me presenté tal cual era y me convertí en alguien hilarante. Eso sí, jamás perdonaré lo que me hicieron, jamás”.