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Ser lesbiana en un 17 de mayo
Día con día es más claro que México es un país hostil y violento cuando de mujeres se trata, basta con ver los índices de feminicidios que se tienen registrados anualmente. De acuerdo con la ONU, 7 mujeres son asesinadas diariamente en promedio; y en lo que va del 2018 se han registrado alrededor de 500 feminicidios; esto según un mapa elaborado por María Salguero, activista y defensora de derechos humanos de las familias de mujeres víctimas de violencia machista, quien se ha dado a la tarea de mapear los ataques en el país.
Es importante señalar que dentro de estos registros no encontramos cuántas de ellas son lesbianas; probablemente se debe a que la familia no notifica o desconoce la orientación sexual de la víctima, ya que en los protocolos no se considera este aspecto, y, como en muchos otros casos, se da por hecho que todas son heterosexuales.
Hoy 17 de mayo, Día Internacional de la Lucha contra la LGBTI-fobia, es indispensable visibilizar la lesbofobia, es decir, la violencia y discriminación con la que lidiamos día con día las lesbianas. Sí, esa que provoca que seamos despedidas de los empleos cuando queremos poner como beneficiaria del seguro social a nuestra esposa; la que atraviesa a lxs médicxs cuando invisibilizan nuestras prácticas sexuales y nos dicen que lo que nosotras hacemos no es sexo y por ende no es necesario hacernos pruebas de detección porque no podemos contagiarnos de ninguna infección de transmisión sexual; la misma que acompaña al personal de seguridad en las terminales de autobuses cuando te exigen que dejes de besar a tu novia porque das una mala imagen a la empresa; esa que también trae encima nuestro compañero de clases cuando nos dice que somos lesbianas porque no hemos conocido a un hombre de verdad; es la misma que ayuda a justificar a nuestro tío, primo, padre a violarnos para hacernos mujeres de verdad; esa lesbofobia que en marzo de este año terminó con la vida de la compañera María Guadalupe Hernández Flores, conocida en el activismo como Kleo, quien fue encontrada sin vida y con signos de tortura en un predio de la comunidad Arroyo del Durazno, Guanajuato.
Es claro que ser lesbiana en México, y muchas partes del mundo, nos coloca en una doble situación vulnerabilidad; la primera por ser mujer; y la segunda por amar y decidir compartir la cama con otra mujer. Si revisamos la Encuesta de Discriminación que hizo COPRED el año pasado, podemos ver que en un listado de 41 grupos en situación de discriminación, las lesbianas ocupamos el décimo lugar. En el Diagnóstico Situacional de Personas LGBTIQ en México, de la UAM-Xochimilco y la organización INSPIRA (2015), el 67.76% de las lesbianas encuestadas mencionan haber sufrido algún tipo de discriminación, y en este mismo estudio el 6.76% reportan que su primera relación sexual fue por abuso sexual.
Revisando un documento elaborado por la Alianza por la Diversidad e Inclusión Laboral (ADIL), sobre discriminación laboral a personas LGBT, 1 de cada 6 lesbianas que participaron en la encuesta dijo haber sido despedida de algún empleo a causa de su orientación sexual. Al mismo tiempo, 2 de cada 3 mencionó haber ocultado su orientación sexual durante alguna entrevista de trabajo por temor a no ser contratada.
Es que a una no le da miedo ser lesbiana, es más; lo amo –y seguro no soy la única–, lo que me da miedo, es que un día la lesbofobia me alcance a mí o alguna de mis amigas o compañeras de lucha, por eso es indispensable que hoy y todos los días visibilicemos que existimos, que la violencia nos aqueja todo el tiempo, que tenemos necesidades que hay que exigir, pero, por supuesto, hoy 17 de mayo, y todos los días, seguiremos resistiendo.
Por Mariana Cruz (@anacruzs21)
Mariana Cruz (Ciudad de México, 1990) es lesbiana, activista, cofundadora de Jóvenes por una Salud Integral, A.C., y promotora de la Brigada de Diversidad Sexual del Instituto de la Juventud CDMX.
