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Juventud y el significado de la lucha contra la homofobia y la transfobia


2018-05-17
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Desastre.mx

Este 17 de mayo quisiera hablar desde una identidad política que desde los 17 años me ha acompañado, me ha enfrentado conmigo para saber qué espero del país en donde me desarrollo, me ha fortalecido en mi identidad como gay, que ha sido pieza fundamental para concebirme como un actor protagónico en la lucha por los derechos humanos, es mi identidad política como joven para hacer activismo comunitario y activismo político.

Abordo desde esta perspectiva este texto porque creo firmemente en la participación política de las personas adolescentes y jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y trans, quienes hemos pasado por un proceso (al igual que otros grupos etarios LGBT) de opresión. Quisiera hacer el llamado a la reflexión este 17 de mayo: ¿por qué es en ésta edad que la opresión de distintos sistemas (binarios, patriarcales, discriminatorios) son tan significativos para nuestro desarrollo? Son nuestros cuerpos y nuestras sexualidades lo que está en juego para mantener el “orden sexual”, aquel que está centrado en la reproducción, en la vida heterosexual con réplica de roles de género bastante marcados.

Distintos estudios han confirmado que uno de los espacios en donde mayormente experimentamos discriminación y violencias las y los adolescentes y jóvenes LGBT es la escuela, tal como lo dice la 2ª Encuesta Nacional sobre Violencia Escolar basada en la Orientación Sexual, Identidad y Expresión de Género hacia Estudiantes LGBT en México que impulsamos en 2016 algunas organizaciones, pues encontramos que más del 50% informaron que se han sentido insegur@s en sus escuelas debido a su orientación sexual y poco más del 40% se sintieron insegur@s debido a cómo expresan su género. Algunos estudios han señalado que la etapa en que mayormente se presenta la violencia es la secundaria, una etapa en donde se refuerzan los roles de género, en donde entendemos que es el sistema “sexo-género”, el que dice cómo debemos actuar (masculino o femenino) en función de si tenemos pene o vagina. Es este sistema el que por excelencia es el “cuidador” de mantener el orden. Es un sistema que funciona muy sutilmente, en donde toda la comunidad educativa es parte no sólo por cuidar el orden sino de mantenerlo, aun cuando esto signifique hacerlo a través de la discriminación y la violencia.

Por ello es tan importante que haya dispositivos de control sobre nuestros cuerpos y nuestras sexualidades. ¿A qué me refiero con esto? A las personas que cuidan que no ejerzamos la sexualidad, que la educación que nos ofertan esté centrada en la reproducción y no en la exploración y reconocimiento del placer; a ser castigados cuando hay un ejercicio de la sexualidad referida al placer, ya sea con una suspensión, con un citatorio, con una llamada de atención. No recibir educación para reconocer otras expresiones de la sexualidad como las orientaciones sexuales y las identidades de género es una estrategia educativa que reconocemos como conservadora y violenta.

Pero sobre todo, y creo que es lo más importante, estos dispositivos de control apuntan a invalidar la capacidad sobre la autonomía de nuestros cuerpos, ese derecho que las feministas han nombrado como el “derecho a decidir”. Planteando que no tenemos la capacidad crítica, el conocimiento ni la madurez para saber qué es lo que queremos para nuestros cuerpos y nuestras vidas, por tanto, hay “alguien más” (padre, madre, tutor, docente) que debe decidir qué es lo mejor para nosotras y nosotros. Tal vez sea el acto más violento que pueda experimentar una persona adolescente y joven en mi opinión.

No podría generalizar, pero sí asegurar que muchas personas adolescentes y jóvenes hemos vivenciado este proceso al que me he referenciado. Estoy convencido que el activismo político juvenil es una oportunidad de plantear estas problemáticas y demandas que tenemos hoy en día, no sólo en nuestras escuelas o en nuestras casas o en círculos sociales en donde nos desarrollamos. Creo firmemente en el potencial y el campo de acción que tenemos para colocarlo en las instituciones de gobierno, con las y los tomadores de decisión, con nuestros gobernantes, de colocarlo en lo político y creo que así ha sido en los últimos años, las distintas generaciones que hemos denunciado la discriminación y la violencia de la cual hemos sido objeto.

México ha pasado por un proceso muy interesante en relación con la política pública a favor de personas LGBT. Por un lado la política pública nacional y por otro la política exterior. La oportunidad que he tenido de ver y vivenciar ambas me ha hecho reflexionar sobre los dos Méxicos que tenemos; el interno, que por un lado intenta impulsar políticas reaccionarias a un momento histórico o a un hecho social para dar respuesta a una demanda política de cierto grupo LGBT, pero que no necesariamente resuelve la problemática de fondo. Y, por otro lado, el México de la política exterior que cuenta con herramientas técnicas, con recursos financieros y humanos para liderar discusiones político globales a favor de nuestros derechos, uno no podría imaginarse a México en este papel comparando la realidad en nuestro país.

Estoy convencido que los asesinatos, la violencia física, sexual, institucional que muchas personas LGBT han experimentado, las hemos transformado desde el activismo LGBT en una memoria política, que toma fuerza cada vez, en tanto los avances legislativos se dan en nuestro país. Yo digo que las personas LGBT aprendemos a vivir y a convivir con la discriminación estructural homofóbica y transfóbica, aunque esto no signifique normalizarla, pero también hemos aprendido a transformarlas en coraje, en indignación, en denuncia y en lucha por la promoción, protección y defensa de nuestros derechos, de nuestros derechos humanos de las lesbianas, de los gays, de las personas bisexuales y de las personas trans.

Hoy, las personas jóvenes representamos el 30% de la población en México, representamos la posibilidad de generar el cambio, representamos la oportunidad de aprender y relacionarnos de otras formas, reconociendo la diversidad, siendo protagónicos y protagónicas del cambio social y político, de enunciar nuestros cuerpos y nuestras sexualidades como decidamos.

Hoy, 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, recordaremos, seguiremos indignándonos y seguiremos enunciando los crímenes contra uno de los grupos que mayormente han sido afectados por los crímenes de odio, esas somos las juventudes LGBT.

Por Roberto Pérez Baeza (@robtiko)

Roberto Pérez Baeza (CDMX, 1989) es activista, coordinador de Gestión e Incidencia Política de la Fundación Arcoíris por el Respeto a la Diversidad Sexual A.C.