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Etty dejó su religión ortodoxa a los 30 años y con 7 hijos y descubrió ser lesbiana


2018-02-08
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Criada bajo una educación conservadora y rodeada desde su infancia de preceptos religiosos en la comunidad jasíadica del vecindario de Boroug Park, Nueva York, una sección de judaísmo ortodoxo en la zona sur de Brooklyn; Etty no tuvo más opción que seguir las recomendaciones y enseñanzas de su comunidad y, al igual que la mayoría de las mujeres que la conforman, se convirtió en esposa, madre y ama de casa. Su vida era la responsabilidad de la crianza y el cuidado de los otros.

Etty proviene de una familia de migrantes húngaros que desarrollaron espacios de de sociabilización muy estrechos que se limitaban a las personas que conformaban su comunidad religiosa.

Con tan sólo 18 años de edad, los padres de Etty arreglaron un matrimonio con un hombre que casi no conocía. Debido al ambiente impenetrable de la comunidad, ella tuvo un nulo contacto con fuentes de información que no fueran las religiosas que le permitían sus padres; por ello, Etty no conocía gran parte de la realidad fuera de su comunidad e incluso nunca había escuchado la palabra sexo.

Fue en un curso prenupcial de corte religioso en el que le explicaron cómo funcionaban las relaciones sexuales. Su destino fue escrito por sus padres y en 2004 se casó, y a partir de la noche de bodas descubrió que no disfrutaba los encuentros sexuales con su esposo. Un año después procreó a la primera de sus siete hijos.

“Me mordía los labios hasta que sangraban mientras me ponían de espaldas en medio de la noche para ser penetrada… Rezaba en silencio para que terminara tan rápido como había empezado”, declaró Etty, quien pronto padeció depresión y fue objeto de abuso dentro de su matrimonio.

Un día, debido a su estado de depresión, su esposo sugirió que era una persona a la que le atraían las personas del mismo sexo. El descubrimiento de su esposo no dio pie a la aceptación, sino a la intervención de la comunidad y la iglesia con la intención “impedir” que sintiera atracción por otras mujeres.

“Durante años tratamos de solucionarlo con la intervención de la comunidad, lo cual fue horroroso. En lugar de ver a una mujer que estaba luchando, vieron un problema que debía ser silenciado”, declaró Etty en entrevista con el diario La Nación.

Según narró la mujer, ella misma pensaba que su atracción por las mujeres era una enfermedad psicológica y recibió el asesoramiento de personas religiosas de su comunidad y los médicos la sometían a tratamientos psiquiátricos con medicamentos sin contar con un diagnóstico claro y teniendo sólo la prescripción de un rabino.

Fue en esa época cuando conoció los libros de la escritora feminista Audre Lorde y en ellos descubrió que un mundo en el que dos mujeres sienten atracción entre sí y se aman es posible. Poco tiempo después se separó de su marido, cuestión que también se complicó porque aún se encuentra en un proceso legal por la custodia de sus hijos e hijas.

En octubre de 2015 y luego de participar en la realización de un documental de Netflix llamado One of Us (el cual retrataba la vida de las personas que decidían abandonar la comunidad jasíadica), Etty acudió a una reunión a un grupo de apoyo para personas LGBT judías; en el lugar conoció a una mujer llamada Sarah, de quien pronto se enamoró y ahora mantienen una relación.

Sarah y ella ahora viven juntas en Connecticut. Etty tiene 33 años y trabaja en una empresa de ropa deportiva para mujeres; debido al proceso legal por la lucha de la custodia, y al hermetismo de la comunidad jasiadica, casi no ve a sus hijos. Además, su exmarido tiene la prohibición de acercarse a ella.

Ahora, Sarah se concentra en ser feliz y en ser una “mejor versión de sí misma” fuera de los miedos, las represiones y el fanatismo religioso. Aunque la mujer se reconoce actualmente como agnóstica y acepta que sufrió mucho debido a lo ortodoxo de las tradiciones judías, dice que no le guarda rencor a la religión.

“La religión no me lastimó, me lastimó la gente que abusa de la religión. No me lastimó respetar el Shabat o el Kosher, me lastimó la gente que me dijo: ‘Es de esta manera o te vas’”, señala Etty.

Finalmente comenta: “Hoy puedo disfrutar de experiencias judías seculares, pero tampoco es que tengo momentos en los que digo ‘uy, qué divertido es todo esto, cuánta libertad’, porque ante todo sigo siendo una madre de siete hijos. Todavía soy esa chica criada en Borough Park, y eso no se va a ir nunca”.