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Cuatro exseminaristas denuncian a un arzobispo brasileño por acoso y abuso sexual


2020-12-23
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Togayther

Un nuevo escándalo vuelve a sacudir a la Iglesia católica. Esta vez en la comunidad religiosa de Belém, al norte de Brasil, una capital católica en la que, según un censo de 2010, 860.000 habitantes de 1,39 millones se declaran católicos. Todo explotó cuando en agosto cuatro exalumnos del Seminario San Pío X de Ananindeaua, denunciaron ante la Fiscalía al arzobispo Alberto Taveira Corrêa por acoso y abuso sexual.

Según los denunciantes, los hechos habrían ocurrido hace al menos seis años, en 2014, y en años anteriores, cuando los cuatro tenían entre 15 y 20 años y mientras estudiaban en el seminario. 

En cuanto a la institución católica, El Vaticano ha estado investigando los hechos durante la segunda mitad de este año y ha escuchado a todos los implicados, ya que la denuncia también se envió internamente a la Iglesia. 

Las víctimas

Dos de los chicos, que prefieren mantenerse en el anonimato, han hablado con El País sobre el caso. El primero afirma que Alberto Taveira comenzó a acosarlo a los 15 años y que abusó sexualmente de él cuando tenía 18. Además, al descubrir que el joven mantenía una relación con otro seminarista, el arzobispo lo amenazó con contarle esto a su familia si hablaba. 

Por otro lado, el segundo de ellos cuenta que a él lo empezó a acosar cuando tenía 20 años, pero consiguió alejarse del arzobispo antes de que la cosa fuese a más. 

Algo que no ocurrió con otro de los chicos, el cual sufrió los peores abusos, según El País, algo que lo traumatizó e incluso intentó quitarse la vida tras dejar el seminario. 

Los hechos

Los cuatro chicos dicen que era normal que Corrêa diera sesiones privadas de orientación espiritual en su casa. «Algunos sábados por la mañana, llegaba a su casa y había una cola de chicos que esperaban que los atendiera», dijo uno de ellos. 

De esta manera, el arzobispo identificaba a los jóvenes que consideraba homosexuales, se ganaba su confianza, los llevaba a su casa con la excusa de ayudarlos a dejar de ser homosexuales, los acosaba y abusaba de ellos, según los cuatro denunciantes. 

Con el fin de «curarlos», el arzobispo utilizaba el libro La batalla por la normalidad: una guía para la (auto)terapia de la homosexualidad. Sin embargo, en la práctica les hacía preguntas para saber si se masturbaban, si eran activos o pasivos, si veían pornografía, … y los obligaba a desnudarse, a tocarlo y a dejarse tocar, tal y como afirman dos de las víctimas. 

Los exseminaristas que han hecho declaraciones para El País dicen que si no denunciaron antes es porque tenían miedo, aunque lo pensaron y discutieron en varias ocasiones. 

«Fue precisamente el 9 de mayo del año pasado cuando el Papa Francisco publicó esto», dice una de las víctimas mostrando la Carta Apostólica Vos Estis Lux Mundi, «Esto de aquí lo cambió todo. Lo vimos tan pronto como salió y dijimos: ‘Aquí hay un camino, ahora lo hay'». 

Y es que, en este documento se establece una especie de ley con mecanismos y normas claras para que las denuncias o sospechas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia católica se investiguen internamente, se denuncien y se castiguen, como dice el diario El País. 

«Confiamos en el Papa Francisco y en el esfuerzo que hace para cambiar las cosas que están mal en la Iglesia», apunta uno de ellos. 

Por otro lado, La Fiscalía del Estado de Pará informó en un comunicado de prensa que siguen el caso de cerca y que están esperando a que se concluyan los procedimientos para tomar las medidas legales adecuadas. 

Respuesta de Alberto Taveira Corrêa

El arzobispo, como respuesta a esto, a principios de mes emitió un comunicado escrito y en vídeo y, además, habló del caso en una misa.

Por otro lado, en los canales oficiales de la iglesia, publicó un vídeo en el que básicamente decía que era objeto de acusaciones de inmoralidad y que estaba dispuesto a colaborar con las autoridades civiles y eclesiásticas. 

Respuesta que parte de sus fieles han defendido y han mostrado su apoyo a través de un hashtag en redes sociales. 

A pesar de su terrible experiencia, ninguno de los dos jóvenes han perdido la fe y siguen yendo a misa.