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Megan Rapinoe, la luchadora que ganó todo en 2019 también se quedó con el Balón de Oro


2019-12-02
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Clarín

Si bien no asistió a la gala en París, mandó un video para agradecer la distinción. El perfil de una militante que lucha por los derechos y la igualdad y se opone a las políticas de Donald Trump. La estrella que lideró a la Selección estadounidense a su cuarto título mundial, la máxima goleadora y mejor jugadora de ese torneo se llevó el Balón de oro este lunes en París. Pero Megan Rapinoe, esa mujer de cabello rosa que no para de sumar premios este año, es mucho más que una excelente jugadora de fútbol: de una personalidad arrolladora, es una líder poderosa en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT y la igualdad entre hombres y mujeres, y también se ha convertido en un ícono de la oposición contra el presidente Donald Trump​.

De 34 años, delantera del Seattle Reign FC en la liga estadounidense y capitana de la Selección, Rapinoe sucede a la noruega Ada Hegerberg, ganadora del primer balón concedido por la revista France Football en 2018, cuyas chances disminuyeron este año al negarse a participar del Mundial en protesta por la inequidad de los salarios en el fútbol noruego.

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Rapinoe estuvo acompañada en el podio por la inglesa Lucy Bronze y por su socia en la selección norteamericana Alex Morgan. Además, superó en la votación a cracks como la inglesa Ellen White, la holandesa Vivianne Miedma, la australiana Sam Kerr y otras compañeras estadounidenses como Rose Lavelle y Tobin Heath.

Rapinoe no acudió a la ceremonia, pero a través de un video envió un mensaje: “No puedo creer que lo haya ganado. Hemos vivido un año formidable”.

“Tenemos la suerte de que tenemos a nuestro lado a todas esas jugadoras que nos empujan a lo alto. Haré todo lo posible por estar ahí el año próximo”, añadió.

Su historia

Su nombre completo es Megan Anna Rapinoe. Nació en Redding, California, el 5 de julio de 1985, una ciudad que declaró al 10 de septiembre como “el Megan Rapinoe Day”, cuando ella ganó su primer título mundial en 2011. Está en pareja con la basquetbolista Sue Bird y tiene una hermana melliza, Rachel, y un hermano mayor, Brian, con quien empezó a jugar a la pelota cuando ella tenía apenas tres años. Brian cayó preso por drogas y para ella fue un golpe duro verlo entrar y salir de prisión varias veces mientras su talento la llevaba a las máximas alturas del deporte. Antes del Seattle Reign FC, jugó en el Chicago Red Stars, Philadelphia Independence y el Olympique Lyonnais, entre otros.

Pero la lucha de Rapinoe, que lleva la número 15 en su espalda, también se da fuera de la cancha. Fue, por ejemplo, una de las jugadoras de la Selección que inició el año pasado un juicio a la Liga de Fútbol femenino estadounidense por igualdad de salarios y su pelea se expandió a otros horizontes: en la final en Francia, de Estados Unidos contra Holanda, miles de hinchas en las tribunas cantaban “equal pay” (salario igualitario) como grito de guerra, mientras ella alentaba desde el césped.

Megan también es una fuerte defensora de los derechos de la comunidad LGBT y la afroamericana. De hecho, cuando ganó el premio The Best de la FIFA en septiembre, en el estrado de la Scala de Milan enumeró las figuras que la habían inspirado como el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, que protestó contra la violencia policial contra la gente de color, arrodillándose durante el himno estadounidense.

De gran carisma y lengua filosa, Rapinoe se vio envuelta en el último Mundial en una polémica con el presidente Trump, cuando la jugadora dijo que se negaría ir a “la puta Casa Blanca” en caso de que la Selección ganara la copa. Trump no se quedó callado y le respondió en un tuit: “Megan nunca debería faltarle el respeto a nuestro país, la Casa Blanca o nuestra bandera, especialmente porque se ha hecho mucho por ella y por el equipo. Siéntete orgullosa de la bandera que usas”.

Rapinoe tampoco dudó en replicarle: “Me siento muy afortunada de estar en este país, nunca podría hacer esto en otros lugares, pero eso no significa que no podamos mejorar, ni significa que no deberíamos esforzarnos por ser mejores”.

Y fue más lejos: “Tu mensaje excluye a gente. Me estás excluyendo a mí, estás excluyendo a gente que se parece a mí, estás excluyendo a gente de color. Estás excluyendo a estadounidenses que podrían apoyarte”.

Rapinoe cumplió con su promesa y ella y su equipo rompieron la tradición de las Selecciones campeonas: no pisaron la Casa Blanca.

 

Washington. Corresponsal.